El proceso de adaptación en la escuela Waldorf se hace de una forma respetuosa para que los pequeños conozcan poco a poco el espacio y se vaya creando un vínculo con la maestra que se convertirá en su figura de referencia y apego en el ámbito escolar. (cuando la madre o el padre ya no estén presentes). Para lograrlo, los primeros días que asista a la escuela el niño sólo estará un ratito en el jardín, un entorno que para él es conocido, porque no es más que un parque con otros niños con los que podrá relacionarse, mientras la madre o el padre se sienta en un lugar visible. La maestra le ofrece a la figura de apego una tarea para hacer, por ejemplo, ovillar lana, plantar unas flores… y le dice al niño que si necesita algo (agua, ir al baño, algún juguete), se lo puede pedir a ella. De esta forma, se va creando un vínculo de una forma natural. El primer día el niño se irá con una bolsa de tela donde hay impreso un dibujo, como una mariposa, que identificará como suyo, y con la que al día siguiente traerá sus cosas.
Durante el proceso de adaptación se observa cómo el pequeño se va sintiendo, y la maestra le irá proponiendo alguna actividad más, como entrar al aula a escuchar el cuento o a almorzar con el resto de sus compañeros. En unos días, la persona de apego que le acompaña se irá un ratito y poco a poco el niño se integrará en el espacio sin lloros y respetando siempre sus ritmos.
El periodo de adaptación no solamente sirve para los pequeños; las familias podrán conocer mejor a la maestra, cómo se trabaja en la escuela y el modo en el que se respeta a la infancia, una confianza que a su vez transmitirá a su hijo.